Por Miguel Alonso Rivera Bojórquez (EXCLUSIVA) *
Para sus amigos no era nada nuevo que César Arturo actuara de esa manera: nadie podía superar sus ingeniosas travesuras y su capacidad para meterse en problemas. Era duro, irreverente, amante del relajo, un rebelde sin causa que no tenía ninguna intención de tomarse nada en serio. “Pintearse” era algo de todos los días. Le gustaba salirse de la escuela para recorrer las calles en busca de aventuras. Cuando estaba en el salón se la pasaba platicando, molestando a los demás, sin permitir que nadie pudiera expresar ningún tema y sin dejar siquiera al maestro dar la clase. Por eso, a nadie le sorprendió cuando una mañana quemó la mochila de un compañero de bachillerato.
– Échenla para acá- dijo al grupo de incorregibles, le prendió fuego a la mochila y luego la aventó al techo en un lanzamiento digno de un atleta olímpico. Más tarde, la puerta se abrió y allí estaba el prefecto que se había dado cuenta de todo. Tenía en su rostro un gesto, mezcla de enfado y preocupación. -Tienes que hacer algo con tu vida- le dijo con firmeza.
El prefecto del COBAES 26, Alberto Silva Zazueta, silbante de ligas locales al que todavía le apodan “El Greñas”, le sugirió buscar un rumbo y le dio las reglas del futbol. – Tú no puedes estar manejando tu energía de esa forma- le advirtió mirándolo directo a sus ojos cargados de insomnio y hambrientos de acción. El semblante de César Arturo revelaba que había captado el mensaje. Probablemente su ímpetu lo hubiera perdido en la inmensidad, arrastrado por esa clase de comportamientos impredecibles, pero su buena fortuna puso las reglas del futbol en sus manos y de pronto ya estaba convertido en árbitro.
De niño jugaba béisbol pero así fue como el arbitraje se convirtió en su forma de vida cuando tenía 17 años. En preparatoria tenía problemas de disciplina y fue la manera de buscar el horizonte en un entorno oscuro. Preparación, charlas y entrenamiento físico, andar bien vestido, presentable, con una imagen impecable, porque el árbitro es liderazgo antes que todo, fue la raíz donde nació su gusto por ser silbante. La cancha le dio sentido a su vida y con el bachillerato terminado, el arbitraje lo convirtió en la máxima autoridad en ligas locales, campeonatos estatales, nacionales y juveniles. Fue cuando comprendió que, parafraseando a Dostoyevski, el secreto de la existencia humana no solo está en vivir, sino también en saber para qué se vive.
-Mami, aquí no puedo hacer más, lo que he logrado aquí hasta ahí me voy a quedar, necesito irme y quiero que me apoyes, le dijo a su progenitora un día. -Bueno, te apoyo, pero quiero que me hagas una carrera, le respondió enérgicamente su mamá.
En 2006 egresó como Licenciado en Periodismo de la Universidad del Valle de Cuernavaca (UNIVAC) y le llevó el título a su mamá. “Me trajo el título y aquí lo tengo en la casa. Dios me lo proteja de los riesgos que conlleva ser árbitro y periodista”, recuerda emocionada. Hoy su hijo también le dio dos nietas a las que ella les dice “hermosísimos luceros” y va por el niño.
La carrera de periodismo le gustó por su afición deportiva y sobre la posibilidad de incursionar algún día en la crónica deportiva responde: “Nunca digas de esta agua no beberé”. No ha podido ejercer por sus múltiples compromisos deportivos, su intensa agenda de seminarios, cursos de preparación, entrenamientos y partidos en diferentes partes del mundo. “Desde niño seguía el béisbol, el futbol, las estadísticas, coleccionaba estampas, veía los partidos y los programas deportivos, recordaba pasajes anecdóticos. Quería estar inmerso en el deporte en cualquier faceta, pero la vida me llevó a otros menesteres”, expresó.
UN NIÑO APODADO “LA AMENAZA”
Hay niños que son grandes desde que nacen: César Arturo Ramos Palazuelos nació Sagitario, el jugador del zodíaco, el jueves 15 de diciembre de 1983 bajo las constelaciones del cielo azul de Culiacán Rosales, Sinaloa. Vino al mundo rebelde, como ese brioso corcel mitad hombre lanzando flechas de fuego sin un blanco fijo. A los tres años de edad unos tíos le apodaron por obvias razones “La Amenaza” e incluso le regalaron una bota de navidad con ese apodo.
Fue el único hijo de Margarita Palazuelos Carrillo, abogada que trabajó en el Poder Judicial de Sinaloa 43 años, de 1967 a 2010. Fue secretaria de la sala civil del Supremo Tribunal de Justicia. Hace ocho años obtuvo su jubilación. Tiene dos hermanos por parte de su padre, el abogado Jesús Ernesto Ramos Valenzuela, quien tiene su despacho por Carrasco y Madero. Miembro del Colegio de Abogados Eustaquio Buelna y ex director de la Escuela Libre de Derecho.
César Arturo fue un niño travieso, un adolescente rebelde y un joven apasionado e inteligente cuyo camino encontró en el futbol un sentido de vida que lo transformó de tal manera que hoy es el único árbitro central mexicano, uno de los 36 silbantes titulares, en la XXI Copa Mundial de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA por sus siglas en inglés) que se celebra en Rusia del 14 de junio al 15 de julio de 2018.
La educación que recibió de su madre, el cariño de su familia, la gran convivencia con sus primos Palazuelos y la generosidad del destino le permitieron superar su rebeldía para desarrollar una extraordinaria carrera como árbitro.
Vivió dieciocho años en una casa ubicada por Presa Valsequillos en la colonia Las Quintas, entre el Malecón y la calle Rafael Buelna, frente al Parque Constitución. Disfrutó plenamente su niñez. Todas las tardes iba a jugar a las canchas de softbol, básquetbol, frontón, futbol y a las albercas.
“Los tropiezos y los raspones de niño te enseñan: los niños de las ‘Presas’ (por los nombres de las calles) nos juntábamos a las diez y media de la noche, nos cruzábamos al parque cuando ya estaba oscuro y no había nadie. Sabíamos que a las diez de la noche se acababan los partidos y apagaban las luces –recuerda César Arturo-. Recién habían puesto el alumbrado -que estaba en el Estadio Ángel Flores- en la cancha principal. Entre todos los niños jalábamos las puertas del control de las luces. Alguien agarraba la linterna con la boca y otro con un palo subía el switch para prender el alumbrado del campo y nos metíamos a jugar hasta la una de la mañana”.
“En una ocasión, a los meses de hacer eso, el encargado iba pasando y ve que están prendidas las luces a la una de la mañana, se mete y nos agarra a pedradas, es algo que no se me olvida, ahí viene y a correr todos, había niños de todas las edades, desde siete y ocho años, yo tenía once o doce y a correr y a cargar a los chiquitos y vámonos”, cuenta esta anécdota inolvidable de su niñez.
Jugaban en vacaciones de julio y agosto, semana santa y fechas decembrinas. Ese parque público era su parque privado hasta que las mamás le gritaban a sus hijos y salían a corretearlos.
-Magui, allá anda el César Arturo, prendiendo las luces, se van a electrocutar.
-¡César Arturoooooooo!
-¡Mami, es que mañana no hay clases, estoy de vacaciones!
– No hay clases, pero yo sí trabajo mañana. Anda, vámonos a la casa.
LAS REGLAS DEL JUEGO
César Arturo Ramos Palazuelos cumple 35 años este 2018 y ya lleva la mitad de su vida en el arbitraje. La edad límite en la carrera del arbitraje profesional internacional es de 45 años.
“Han sido muchos años de trabajo y uno no visualiza lo que puede llegar a lograr pero el trabajo es día a día para crecer y ser mejor. Existe una línea invisible fuera de la cancha con una serie de factores como la meditación, el descanso, la preparación técnica, física, emocional, psicológica, el campo y el estudio de las reglas del juego: ir al Mundial es algo que no te lo esperas y cuando ves que las oportunidades son pocas, ser considerado es halagador y un orgullo”, confiesa.
Después de iniciar silbando en otros lados, trabajó muchos años en el Parque Constitución, las canchas de su niñez. “Me levantaba para ir a un partido y estaba enfrente de mi casa el juego, entonces no batallaba, era fácil solamente cruzar la calle”, recuerda.
Su debut en el futbol profesional fue el 28 de octubre de 2006 como cuarto árbitro en la liga de ascenso en un partido entre Zacatepec y Santos Laguna. Como árbitro central debutó el 6 de febrero de 2008 en Morelia, ese fue su primer año. Luego su primer trabajo como árbitro en línea en la primera división o Liga MX, en un partido entre Rayados de Monterrey y Tijuana el 30 de julio de 2011.
Su primera experiencia profesional como árbitro internacional FIFA mexicano fue en 2014. Su primer partido como suplente de cuarto árbitro fue en mayo entre Hungría y Honduras en Washington, DC, Estados Unidos. Posteriormente, en agosto, su primer partido como árbitro central internacional fue entre Alpha United y Olimpia de Honduras en la Liga de Campeones de la Concacaf.
A partir de ese momento es designado regularmente para los partidos de la Liga de Campeones de la Concacaf y la Primera División de México.
Su primer torneo como árbitro FIFA fueron los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe que se celebraron del 14 al 30 de noviembre de 2014 en la ciudad de Veracruz. Ese mismo año se le convoca a un seminario, en Santiago de Chile, que tenía como propósito renovar la plantilla de árbitros internacionales FIFA.
“FIFA buscaba una tropa de experiencia con sangre nueva porque había un bache generacional de una década: el árbitro activo dura hasta los 45 años de edad, por lo cual FIFA busca gente menor de 35 años”, comentó.
FIFA empezó a trabajar con ese grupo de árbitros jóvenes tres años y medio previo a la Copa del Mundo. César Arturo tenía en esa época treinta años de edad.
“A los 30 ya hay una madurez en la vida del ser humano y en base a esto es cuando empiezan a trabajar con nosotros”, reveló.
“En 2015 –recuerda- nos llevan a un Pre Mundial a Honduras y a un Mundial Sub 20 a Nueva Zelanda en el mes de mayo, esa fue mi primera experiencia ya como un elemento de FIFA”.
En 2016, FIFA les avisa a los jóvenes árbitros que asisten al Seminario de Capacitación organizado en Miami, Florida, Estados Unidos, que son considerados para los XXXI Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, Brasil. Estas Olimpiadas se celebraron del 5 al 21 de agosto de 2016, aunque la fase de grupos del torneo de fútbol inició el 3 de agosto en la rama femenina y el 4 de agosto en la rama masculina. Así empezó formalmente la recta final de esa competencia interna hacia la Copa del Mundo entre árbitros de toda la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (CONCACAF), una de las seis confederaciones pertenecientes a la FIFA, integrada por asociaciones nacionales de fútbol de 41 países.
A finales de 2016, César Arturo Ramos Palazuelos pasa la prueba y es notificado por FIFA que ha sido considerado para ser el único árbitro central mexicano que acudirá al Mundial de Rusia en 2018 y que será acompañado por los árbitros mexicanos Miguel Ángel Hernández Paredes de Puebla y Martín Torrentera, del Distrito Federal. En diciembre de 2017 fue designado para pitar la gran final de la Copa Mundial de Clubes de la FIFA 2017, entre Real Madrid y Gremio de Porto Alegre (1-0).
Hoy se encuentra en Rusia, listo para hacer valer las reglas del juego.
“Nosotros tenemos una capacitación previa que cuando termina y está cerca el torneo es cuando sabemos qué partido vamos a arbitrar. En el Mundial son 64 juegos, seis juegos por día. Sé dónde no puedo pitar, seguro: a los equipos de CONCACAF. Estoy fuera por neutralidad continental de los grupos de México, Panamá y Costa Rica, eso garantiza la imparcialidad por estatutos y de manera reglamentaria”, comentó.
LA VIDA DE UN ÁRBITRO
“El arbitraje es sui géneris: es tanta la exigencia física y emocional que eres árbitro, a pesar de la preparación, hasta que el cuerpo, las piernas y los reflejos respondan. Sin embargo, aunque me encuentre en plenas aptitudes físicas y psicológicas, el día que deje de sentir la vibración, el nervio natural de ir a un estadio, de viajar o calentar para un juego, en ese momento la pensaría: el día que deje de sentir ese hormigueo o cosquilleo interno, será el momento de tomar la decisión de abandonar esto”, afirma César Arturo mientras abraza, durante la entrevista, a sus dos hijas: Mia Margarita, de dos y Lara Elisa, de cinco años de edad.
“No es sencillo ser árbitro, desgraciadamente somos muy atacados: eres el feo y el malo de la película aunque no quieras serlo. Nadie se quiere equivocar, pero podemos cometer errores. ¿Quién en la vida se levanta y quiere chocar, agarrar dos calcetines de diferente color o hacer mal las cosas? Nadie. Pero a nosotros nos pasa seguido y a veces mucha gente del público no lo comprende”, comenta. Su esposa Mónica está presente.
“Juzgar no es difícil –reflexionó- pero el problema es de percepción, es como la gente lo ve y lo comparo con la cocina: te puede gustar lo dulce o lo salado, lo picoso o los postres. El arbitraje es igual: hay quien es tolerancia cero o quien es más sensible, hay conciliadores o que toman determinaciones firmes. Si alguien falla en la regla tienes que aplicar la medida correcta porque eres la autoridad en el terreno de juego”.
“En las culturas de todas las naciones –puntualizó- existe un respeto, en mayor o menor medida, hacia el árbitro, pero desgraciadamente de este lado del Atlántico se percibe de manera diferente: la gente piensa que el policía o el agente de tránsito es malo, el maestro me quiere reprobar y el juez me quiere perjudicar, y no es así, los árbitros tratamos de hacer nuestro trabajo”.
-¿En qué parte del mundo es más rudo para un árbitro?
“He tenido la dicha de trabajar en cuatro continentes y todos son diferentes, todos tienen una parte buena y una parte mala. Depende de qué competición y lo que tengas en mano, qué garantías y seguridad tengas de la acción. Todo es diferente en el mundo: hay países que tienen muchos problemas políticos, de gobierno y de guerra, por lo que no hay a veces garantía ni seguridad para desarrollar un trabajo, pero aun así hay árbitros que ahí trabajan”.
-¿Qué nos puedes comentar sobre la complementariedad de la tecnología a la parte humana?
“El futbol es un deporte tan rápido que la velocidad ha superado mucho la capacidad del sentido más imperfecto que es la vista. El juego es tan rápido que si no estás en el ángulo correcto no percibes una jugada. Quizás por eso se ha ido innovando, pero la tecnología no mina la autoridad del árbitro. En 2010 ingresó la comunicación de los árbitros, los tiros arbitrales del mismo país; para 2014 vino la tecnología de gol, ya con un reloj, unos sensores en la portería que te avisaban cuando la pelota entraba al cien por ciento -DAG (detección automática de goles)-, desde 2016 está la cuestión del video arbitraje -VAR (Asistencia por Video al Árbitro)-, el video está en feedback, el cual es comprobado por un árbitro que está en la cabina, analiza la jugada y en caso de un error evidente, le comunica al compañero que está en el terreno de juego –tecnología que estará en la Copa Mundial de Fútbol 2018-, aun así el árbitro central en el terreno de juego toma la última decisión”.
-¿Cuántas personas integran el equipo arbitral en un juego del Mundial de Futbol en Rusia?
“El árbitro principal es la máxima autoridad, cuenta con dos asistentes, un cuarto árbitro y otro más que es un asistente. El árbitro VAR -asistente de video-, el asistente del VAR y el VAR 2. Estamos hablando de un equipo de ocho personas, pero el árbitro titular sigue siendo el máximo responsable en el terreno de juego y el que toma la última decisión. Vamos 36 árbitros y 63 árbitros asistentes procedentes de 46 países y la primer regla es comunicarse en inglés, todos los códigos teóricos y técnicos son en inglés”.
-¿Qué obstáculos has enfrentado en tu carrera?
“Desgraciadamente siempre hay gente negativa que te dice: no sirves para esto, dedícate a otra cosa. Hay personas que te restan energía. También hay quienes presumen lo que no tienen. Siempre traté de superar todo eso y de ir más adelante.
En una ocasión, tenía la final de un torneo amateur muy famoso aquí (Culiacán), estaba designado para la final y faltando cinco horas para el juego me dicen: -¿Sabes qué? No me preguntes por qué, no me digas nada, espero lo comprendas, pero no vas a ir a la final. No vas a pitar tú. ¡Híjole, a mí me dolió mucho en ese momento! Era un torneo que anhelaba. Después supe que era una cuestión política: había alguien que políticamente hizo labor fuera para que se lo dieran a él; hoy en día la persona que me quitó ese partido me habla seguido y me echa porras, me dice que soy su ídolo y en aquel entonces me afectó mucho, pero a la vez salí muy fortalecido de eso. Ahora me levanto y voy para adelante”.
-¿Cómo lidiar con las personas difíciles en un mundo de vanidad e ingratitud?
“Para conocer a la gente debes tratar a las personas como tú quisieras que te trataran a ti; ya si esa persona no lo aprecia o no lo toma de esa manera, ni modo. Buen ojo, buen tacto. Te la hacen una vez, no dos. Es complicado, nada te quita tener la apertura. Trata primero de ser buena gente, ya después averiguas, eso lo aprendí de mi madre.
El arbitraje es ingrato y te lleva a que la gente te alabe, te halague o te proteste. Cuando llegas a un punto donde hay reflectores la gente te sigue un poco más a pesar de que a lo mejor no cree en ti. Son personas que no pensaban que pudieras llegar a ciertos niveles y hoy en día, no sé si has escuchado, dicen: él empezó pitando aquí, y en todos lados empezaste pitando; donde alguna vez trabajaste dicen que fue tu primera vez y no es así, tú sabes quién te ayudó, quién te apoyó y quién te dio la mano cuando lo necesitabas”.
-¿Qué consejo puedes dar a los jóvenes?
“El único consejo que le puedo dar a los jóvenes es que persigan su sueño. Soy un convencido de que el cielo se puede tocar con las manos si uno así lo desea y trabaja para ello. Todo es cuestión de actitud. Si tienes flojera y no tienes ganas de hacer algo pero lo realizas, te vences a ti mismo y te superas día a día. Mucha gente se queda en el camino por eso. Quizás tenga que ver con la formación: nadie te obliga a hacer las cosas, uno hace lo que le nace, lo que le gusta, y perfecciona lo que más le agrada. Cada hombre es árbitro de sus propias virtudes.
Creo que en Sinaloa hay mucho material humano y por las condiciones físicas hay una ventaja. El sinaloense es entrón, aventado y de sangre caliente, por eso puede lograr muchas cosas si se lo propone y si tiene el objetivo claro. No es futurear ni hablar al aire pero si tienes una meta, la trabajas, la planificas, y es muy real: ¡Siempre lo puedes lograr! Creo que en Sinaloa somos más los buenos, la gente aquí tiene mucho valor y potencial, soy agradecido y por eso siempre hablaré bien de esta tierra”.
* Está es una entrevista exclusiva para la Revista Féminas, puede reproducirse citando la fuente.
Entrevista completa, Exclusiva de la Revista Féminas:
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