La propuesta de impulsar desde Sinaloa reformas al artículo 27 constitucional y a la Ley Federal de Desarrollo Rural o expedir una nueva, no tiene la intención de imponer una visión, sino de abrir el debate y avanzar en la recuperación del ejido y que la riqueza generada no se vaya a empresas transnacionales.
Afirmó lo anterior el diputado Feliciano Castro Meléndrez, presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado de Sinaloa, en entrevista en la que aclaró también que la propuesta no implica regresar a viejos tiempos, sino simplemente adecuar la legislación a los tiempos modernos.
Recordó que hace aproximadamente tres décadas se reformó el artículo 27 constitucional con el pretexto de que los campesinos debían alcanzar la mayoría de edad para competir en un mercado globalizado y tener mejores resultados.
Sin embargo, observó, los resultados obtenidos es que en realidad se ha alejado a los campesinos de la producción de la tierra, de modo tal que se ha preferido rentar las parcelas, como manera de subsistir y resistir los embates del mercado.
Tan sólo en Sinaloa, observó el diputado Feliciano Castro, de manera conservadora se puede decir que el 80 por ciento de la tierra ejidal está rentada, y el 20 por ciento restante ya fue vendido.
Es por eso, precisó, que se deben generar políticas para restituir a los campesinos el proceso productivo, avanzar hacia la restauración del ejido.
“Estos son los temas que hay que plantearnos, lo cierto es que los campesinos por derecho propio han encontrado, quizás sin planteárselo, que la renta de la parcela es una forma de sobrevivencia, es una forma de resistir justamente ese desplazamiento”.
Por eso, insistió, decimos que esto debe ser parte del debate.
Proponemos, dijo, que se debe poner en el centro la soberanía alimentaria de México, la capacidad de nuestro país para la producción de los alimentos por un lado, y por otro que el Estado asuma la rectoría de la producción de alimentos, en este caso la producción del sector primario que son la pesca agricultura y ganadería.
Hay que observar, remarcó, la realidad que se vive, pues los campesinos están en manos de las grandes empresas transnacionales, y son éstas los que se llevan la rentabilidad de nuestra agricultura.
“Nuestros agricultores se han convertido –por decirlo figuradamente y a la vez para que sea convocatoria– en peones al servicio de los grandes agronegocios del mundo, dígase Bayer Monsanto Pioneer, etcétera”.